Son de oír en A secreto agravio, secreta venganza escena 6. Es anarquismo moral bajo el peso del absolutismo social. Esta ley y este sentimiento del honor tuvieron su vida, y no es muy hacedero raspar de ellos el barniz caballeresco francés para discernir qué cualidades castizas y peculiares acompañan al honor castellano. La sistematización del honor, la caballería, es, como tantas sistematizaciones y pulimentos, de origen francés. En aquélla aparece la loi de chevalier, y Sancho debajo del Cid, que en su querella con los infantes de Carrión se cuida mucho de los haberes que le han llevado, porque «esso me puede pesar con la otra deshonor» verso 2. Nuestros caballeros metieron las manos hasta los codos en aquello que llamaban aventuras. San Ignacio veló las armas y se hizo caballero a lo divino. El caballerismo dio nuevo barniz al Cid, a Bernardo del Carpio y a otros héroes legendarios. Los franceses nos dieron Rolando, como nosotros a ellos Gil Blas.
Un largometraje que, como poco, te da que pensar. Cuando pensamos que no es justo ni decente que le hagan deshacerse de la mayor parte de su ropa o que tenga que aguantar el descaro de un Sir Stephen H de 55 abriles, las peticiones de permiso de los dominantes se interponen y callan nuestras dudas de espectadores que se creen que ya lo han visto todo. Sin embargo, la figura del autoritario no se cuestiona. Uno no se pregunta si le agrada o le sigue apeteciendo permanecer en su acantonamiento de poder. La cesión de los derechos y el control de las sumisas les sumen en un aire de omnipotencia que solo peligra mínimamente por el orden de jerarquías reinante entre los hombres. Jerarquía dentro de la jerarquía Una de las pocas cosas que teníamos claras antes de empezar a investigar sobre el guión del BDSM es que existen dos roles: el dominante y el bienmandado. Sabíamos que el dominante es el encargado de disciplinar al sumiso y que el sumiso debe seguir las órdenes de su amo. Al principio, Historia de O parecía darnos la razón en esta hipótesis. Pero eso no es todo.
E aun enviarse. Fotos y audios de todo tipo, como pude experimentar en mi experimento. Jaime, de 39. Que todavía hace aprovechamiento de Grindr, lleva ya un añada apagando el cambiable cuando queda con familia porque ha llegado a abandonar aun a tres o cuatro hombres en un mismo fecha por otros que le salían en la app durante la insinuación. En Tinder. No es riqueza todo lo que reluce.
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