La MGF consiste en cualquier procedimiento que suponga la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos u otro tipo de lesión a los órganos genitales femeninos por razones culturales o de otro tipo, pero no médicas. La MGF conlleva graves consecuencias para la salud sexual y reproductiva de las niñas y las mujeres. Las complicaciones inmediatas incluyen dolor agudo, conmoción, hemorragia, tétanos o infección, retención de orina, ulceración de la zona genital y lesión del tejido adyacente, infección de la herida, infección de orina, fiebre y septicemia. Las hemorragias y las infecciones pueden ser tan graves que llegan a causar la muerte. Las consecuencias a largo plazo incluyen anemia, formación de quistes y abscesos, formación de tejido queloide, daño a la uretra que produce incontinencia urinaria, dispareunia coito dolorosodisfunción sexual, hipersensibilidad de la zona genital, mayor riesgo de transmisión del VIHcomplicaciones durante el parto y efectos psicológicos.
En la cultura yoruba, la ritualidad del xiré alude al círculo ritual de las danzas y los cantos ancestrales realizados para interpretar la vida. En la tradición yoruba, cantar y bailotear es celebrar el saber milenario y reaprender cómo convivir en colectividad, observando la ética de la vida. Tras ellos, entran los hijos de la casa en el orden dado por su edad de iniciación. Es importante observar que hay una tensión en la escritura de Nascimento entre la performance y el texto. Ignoram que re-econtrei minhas próprias palavras no meu Exu que resgatei La posición del personaje revela el reencuentro del agarrado negro con sus orígenes ancestrales, alce la transitoriedad del mundo. En otros términos, con base en el alocución de los personajes, el escritor afrobrasileño insertó la musicalidad para dar ritmo y componer el ambiente: no nos olvidemos que la escena transcurre en un terreiro. En este mismo aforo, se aprenden los orikíes, que giran alrededor de las cualidades de las divinidades y de la poeticidad de sus actos de bravura, capaces de despertar en la comunidad el sentimiento de temor y reverencia.
Un médico valenciano los trajo a España y les ha reimplantado sus jurado con tejidos de sus propios brazos. Oscar Kituyi recibió un pene «nuevo» el día de su décimo botellín cumpleaños. También le reconstruyeron la oído y parte de su brazo. No así los testículos. Fue el pasado 28 de enero, en la galería de operaciones del Centro de Rehabilitación de Levante a las afueras de Valencia , cuando este joven keniano pasó nueve horas anestesiado. Cumplía 15 años. No fue un experimento comprobado, ni un capricho del destino, tampoco una película de ciencia ficción. Por desgracia para él, el regalo respondía a la atrocidad que cometieron dos desconocidos en una carretera del Africa profunda donde vive: le castraron para convertir su miembro viril en una pócima con la que curar el sida.
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