Cuando llegaron al punto del camino donde era necesario separarse, le invitó para el día siguiente ayudarle la Santa Misa. Compareció Juan. Di a tu madre que venga a casa el domingo por la tarde a verme un momento y lo arreglaremos todo. Pero Antonio, apenas supo la determinación de la madre, se disgustó mucho y sólo se sosegó cuando le aseguraron que la clase daría comienzo pasado el verano, cuando las labores del campo no exigen grandes cuidados. Pero cuando llegó la primavera Antonio se quejó amargamente, alegando que no comprendía cómo le tocaba a él matarse trabajando, mientras Juan perdía el tiempo haciendo el señorito. Ello fue causa de vivas discusiones con la madre, la cual, para mantener la paz en la familia, decidió que Juan iris.
Antaño, 13 de noviembre del año de gracia dea poco de fallecer nuestro muy amado rey don Alfonso y sucederle su hermano Jaime, el cabal Padre y Señor don Hugo, por la gracia de Dios Obispo de Zaragoza, junto con sus vasallos de la Villa de Albalate y los lugares de Ariño, Arcos y Andorra, de la Villa de Alcañiz y los lugares de Alcorisa y Alloza, entre otros, acordamos y firmamos los términos de los dichos lugares. Entre los representantes de Andorra estuvo yo, Juan de Arcayne, infanzón, y escuchando a nuestro ilustre señor Obispo no pude menos que recordar que levante es el remate de un enjuiciamiento que se inició en mi lozanía ya lejana, cuando el muy alto señor don Jaime, por la gracia de Dios, rey de Aragón, concedionos el título de Muy Noble por el valor mostrado, por parte de mis compañeros, en la toma del reino infiel de Valencia. La lenidad y misericordia de Nuestro Señor Deidad y su bendita Madre sean por siempre alabados por los honores que nos concedieron amparando nuestras vidas en los muchos peligros y combates en los que nos vimos los andorranos implicados en la salvaguarda de la cruz y de nuestro señor rey en la guerra de Valencia. Tenía a la sazón veinte años recién cumplidos, de complexión robusta aunque flaca, talla media, cabello castaño y, creo, ojos vivos y expresivos. Como tantos otros andorranos aquella noche no había podido dormir, así que me levanté temprano, antes que el sol coronara, y senteme en la ventana, entretanto en casa mis padres dormitaban y mis hermanos se apoderaban del álveo, como si en aquel día de invierno de fuera a pasar a ser de su exclusiva propiedad, y rogué a Nuestra Señora Madona Santa María me protegiera si así placía al cielo en aquella guerra a la que nuestro señor rey facultad Jaime llamaba a sus vasallos. Decíase que nuestro muy alto rey había sido excomulgado sufriendo una enfermedad que lo puso a las puertas de la muerte. Cuando pidió la gracia su confesor la condicionó a la liberación del Obispo de Zaragoza Bernardo, a quien había hecho prisionero, y a celebrar una cruzada contra los musulmanes. Era el tiempo de las grandes cruzadas, el rey Fernando de Castilla había conquistado hacía pocos meses Córdoba y ocho años antes el emperador Federico de Alemania había comenzado la sexta cruzada contra Tierra Santa.
Arrebato, sentimiento. De pena por la fracaso de lo construido y abismo por el decepción. Hace algo descubrí. Que mi galán me época infiel por WhatsApp y ha sido efectivamente punzante. He sufrido. Abundante, jamás imaginé que me haría poco así. Me atormenta.