Un tipo se acerca y una de ellas abre la puerta; cruzan un par de frases y él entra a la vitrina. Una cortina se cierra tras los dos personajes. Las luces de neón y las nubes espesas de marihuana que flotan en el aire crean un ambiente denso; da la sensación de estar recorriendo una película de Martin Scorsesse. Se escuchan varios idiomas. Dos parejas llevan a sus niños de las manos. Otros viejos, jóvenes, adultos. Otra vitrina ofrece vibradores de todos los tamaños y otra tiene una carta de marihuana y hongos alucinógenos. Un museo erótico, un show de sexo en vivo por 45 euros y otro de dos minutos por dos euros. Al frente de todo esto hay una iglesia con sus puertas abiertas.
Como todas las conquistas del feminismo , estos éxitos primerizos a los que asistimos en la actualidad son el resultado de un largo camino de luchas por el reconocimiento de la igualdad en un deporte que tradicionalmente ha estado reservado al género masculino. La España de principios del siglo XX era un lugar hostil para el deporte femenino en términos generales. La figura de la mujer no solo tenía una consideración inferior a la del hombre en el guía físico, sino que estaba muy acullá también de gozar de los mismos derechos civiles. El hecho de que, entre otras cosas, no le afuera reconocido el derecho al voto aun es un ejemplo de que no existía igualdad social alguna. Estas diferencias se veían agravadas cuando intervenían las cuestiones físicas de por medio. Por ello, cuando apareció la oportunidad de crear un equipo de futbol mujeril para un proyecto solidario fueron muchas las voces críticas que se levantaron.
Llegaba a casa a las seis de la tarde, puntual la mayoría de las veces. Era nuestra hora de reencuentro, se sentaba en su butacón favorito a contarnos anécdotas de su día y sus compañeros de trabajo. Pero él se maravilló al conocer que había elegido periodismo, sin actuar comentarios sobre lo peligroso que es actualmente ejercer de periodista en Venezuela, tuvimos una charla por horas sobre las grandes cosas que podría lograr en el mundo del periodismo. Me contó la historia de su Yahvé, que tuvo una exitosa carrera como fotógrafo. De nuevo, la sangre candela. Todos esos sueños quedaron obstaculizados por situaciones que nada tenían que admirar con nosotros, pero al ser venezolanos también pagamos el precio de la crisis y la dictadura.