Así que empecemos por el lugar en el que la producimos: los riñones. Una de sus funciones principales es regular el volumen y la composición de los fluidos del cuerpo. Tras reabsorber la mayoría de lo que es filtrado, queda esa solución concentrada de desechos metabólicos que conocemos como orina, la cual debe ser eliminada. En otras palabras, trabajan duro para deshacerse de los desechos o toxinas, y para retener el agua que necesitas para que tu cuerpo funcione.
Meada espumosa Esto puede ser indicio de la presencia de proteínas en la orina, que debe ser siempre estudiada para comprobar si se trata de un exceso de proteínas en la dieta o de un problema en el riñón. Como norma general, si detectamos colores anormales en la meada, nuestro especialista nos recomienda esperar 24 horas y observar si se corrigen por sí solos. No obstante, si este cambio en la coloración persiste o viene acompañado de otros síntomas, como dolor o fiebre, o se trata de orina roja, consultad lo antes posible con vuestro médico, subraya nuestro doctor. Cómo detectar problemas de orina Para saber si es acuciante acudir al urólogo, nuestro especialista nos explica cómo debe ser una meada adecuada: No debe resultar complicado debutar la micción. No se debe foguear un goteo prolongado una vez que se ha terminado de orinar, estrella que solo deben salir un equivalente de gotas adicionales. Se debe arrepentirse que se ha vaciado completamente la vejiga y, por tanto, satisfechos después de orinar. Y no se déficit necesitar repetir la micción a los minutos. Normalmente, se debe permanecer entre 2 y 3 horas hasta arrepentirse de nuevo la necesidad de evacuar. Ante las ganas de orinar otra vez, se debe ser capaz de resistir un tiempo, puesto que un repentino y urgente deseo de evacuar con miedo al escape de meada no es normal, apunta nuestro urólogo.
No es lo mismo urofilia que urofagia, aunque la primera puede contener a la segunda. Los urófilos aman la orina, pero sólo los urófagos la ingieren. Es una cuestión estética y divertida. A Roberto, sin embargo, le atraen también los vasos y pueden suponer un atractivo extra para la actividad, hasta el punto de que a veces le apetece orinar en recipientes de cristal. La sustancia, especialmente si es abundante y clara, despierta un interés intrínseco en Roberto, que asegura haberse excitado en ocasiones únicamente de escuchar el precipitado de otra persona a través de la batiente del baño. La primera vez que Patricia, a los veinte años, decidió orinar en el suelo de la habitación de un amigo de confianza que la observaba desde la yacija, se tiró un buen rato en cuclillas.