Connect with us

Chicas

Cómo decir no y rechazar a alguien en la primera cita

Lugares donde puedo 109525

Nadie tiene telepatía, nadie lee mentes ni es tan intuitivo como para saber qué va a hacer o decir otra persona. Sin embargo, sí que es cierto que en estos campos, donde hay minas emocionales una y otra vez, hay ciertos signos o señales que hacen que nos confundamos o que no sepamos por dónde van los tiros. Aunque no existe un manual como tal ni una forma clara de saberlo, hay señales o actitudes que te hacen ver o saber si la persona que te interesa siente lo mismo por ti. Es decir, lo que lees. Todos somos humanos y es inevitable. Pasan días e incluso semanas antes de devolverte un mensaje.

Si tu respuestas es SÍ, necesitas grabar a escuchar de forma activa. Si una persona se ha sentido realmente escuchada por ti, ten por seguro que te va a recordar y va a querer volver a conversar contigo una y otra vez. Vivimos en un mundo muy ruidoso y con muchas prisas, lo que dificulta enormemente que nos prestemos atención unos a otros. Muestra empatía.

Muchas personas experimentan una gran dificultad para encontrar pareja. El ser humano es un animal social por naturaleza, tenemos la necesidad innata de estar acompañados por otras personas y establecer vínculos sociales y afectivos. Así, aunque no todas las personas tienen las mismas necesidades afectivas, por lo general tendemos a buscar cariño. Se trata aun cierto punto de una convención social, y en ocasiones incluso de una solución instrumental; en este sentido, no son raras las parejas que se forman por mera conveniencia, exista o no amor entre ellos. Muchas veces estas relaciones se basan en el miedo a la soledad, la acierto económica, o cualquier otro motivo.

Al acabar nuestra cita de agosto deJustin me acompañó al coche, donde, azogado, me dio un beso. Cuando le devolví el beso, lo celebró con los puños en el aire, como si acabara de ganar algo. Me senté en el asiento del automovilista, emocionada porque nuestra segunda cita había ido tan bien como la primera. Justin ya había elegido restaurante para la tercera cita, que estaba fijada para dentro de seis semanas, cuando vaciara su agenda de viajes. Durante los siguientes días, me movía con ligereza y alegría, convencida de que sentía la combinación adecuada de efecto y certidumbre que se supone que hay que sentir después de acordar con quien podría ser el favorito. Solamente tenía que esperar hasta octubre. Justin parecía merecer la espera teniendo en cuenta que, después de divorciarme a los 30, me había sido imposible encontrar el amor. Ya había tenido un marido cuando era veinteañera y, pese a que el boda había sido una experiencia enriquecedora, podía vivir sin ello.

Click to comment

Leave a Reply

Your email address will not be published.