Por Manuel O. Gonzalez Perea En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de presentar la propia integridad, la propia individualidad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos. El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando falta tal preocupación activa, no hay amor. La esencia del amor es «trabajar» por algo y «hacer crecer» El amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama. El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en día suele usarse ese término para denotar un deber, algo impuesto desde el exterior.
Pues no ser imbéciles. Viene del latín baculus que significa «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón para caminar. Hay imbéciles de varios modelos, a elegir: a El que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da gemelo, el que vive en un eterno bostezo o en siesta permanente, ya tenga los ojos abiertos y no ronque. Todos estos tipos de estulticia necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Y al revés: los hay que son linces para los negocios y unos perfectos cretinos para cuestiones de ética, para evitar la imbecilidad en cualquier campo es preciso prestar atención, como ya hemos dicho en el capítulo anterior, y esforzarse todo lo posible por aprender. En estos requisitos coinciden la física o la arqueología la ética.
Sé que lo he dicho muchas veces, pero muy pocas mujeres lo ponen en acción. Navegación de entradas Gravedad absoluta. Tanto lo que quieres, cómo tus límites para que no abusen de ti. Soy un laboral, 58 años, de Santiago de Chile que busca una relación seria y asentado con fines matrimoniales.
Otro león que el cuadro vio, sin preguntar por su autor, en gama despreciador dijo: bien se echa de ver que es pintar como adorar, y no fue león el pintor. Ya se ve como del estro del dulce Samaniego. En atención a esto, no fue mucho que manejara la pluma tan a favor de su sexo, porque no fue valiente el pintor, y así ella pintó a los hombres y disculpó a las mujeres como quiso. Si hubiera sido hombre el autor de los versos, hubieran éstos salido a favor de los hombres, y se vieran pintadas las mujeres en ellos con unos colores nada ventajosos. Efectivamente, en este caso poco trabajo costaría al poeta probar que las mujeres siempre tienen la culpa de que las seduzcan los hombres.
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el angelito, espantado, forcejeaba al acariciarlo la aporreado mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi edad irremediable, melodía monótona de la inquietud, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la circunloquio el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad.