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Chicas

DULCE DUEÑO

Una chica complaciente te 627451

Lleva preferiblemente una corona de flores en vez de velo. Luego de una breve pausa se dirige a los espectadores. Pausa Puede aparecer alguno en cualquier momento. Hay que estar preparada. Pausa Nunca he tenido uno que pueda llamar propiamente mío, para mí y bueno Ustedes saben. Los he visto, eso sí, desde niña. Por todas partes. Tuve osos de peluche: estoy acostumbrada.

I Escuchad. Fuera, llueve:—lluvia blanda, primaveral. La claridad da de lleno en un objeto maravilloso. Es una placa cuadrilonga de unos diez centímetros de altura. Tendido el cabello color de melaza por los hombros, rodea la cabeza diadema de diamantillos, sólo visibles por la chispa de luz que lanzan. La mano derecha de la figurita descansa en una rueda de riqueza obscuro, erizada de puntas, como el lomo de un pez de aletas erectas. En sillones forrados de yute desteñido, ocupan puesto alrededor de la mesa tres personas. Una mujer, joven, pelinegra, envuelta en el crespón británico de los lutos rigurosos. Un vejezuelo vivaracho, seco como una nuez.

El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución. Sus alumnas son seis chicas que quieren anatomía prostitutas. La lección empieza a primera hora de la mañana en un aula que Concha ha alquilado en el centro de Barcelona. Esta catalana de 42 años es terapeuta venéreo y prostituta desde hace ocho abriles. Las alumnas que van entrando al aula son chicas jóvenes, demasiado en algunos casos, con la experiencia con los hombres que una recién cumplida mayoría de edad te puede dar.

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